Un gran desafío en la precordillera

Lugar:

El Arrayán, comuna de Lo Barnechea, Santiago

Descripción del terreno:

Una ladera norte con una inclinación de unos 30°, muy pedregosa. La tierra era arcillosa, muy pobre y estaba muy compactada. Había escombros y varias rocas de más de 300 kilos al rededor.

Objetivos:

Construir una huerta 100% orgánica de unos 30 m2 que se pudiese cultivar año corrido, con buena productividad y que se viera muy linda.

Diseño:

Dada la inclinación del terreno había que hacer terrazas y así mantener los nutrientes disponibles y evitar la erosión. Como había muchos pedazos de durmientes antiguos decidimos usarlos en pedazos cortos como ladrillos para hacer los muretes. A medida que fuimos excavando encontramos una gran cantidad de piedras de sistintos tamaños. Las grandes las removimos hacia la parte baja para cierre. Las medianas las usamos para hacer pircas en la parte alta y los lados y con las más pequeñas hicimos un empedrado en la parte superior para frenar el agua que viniese desde el cerro.

Drenajes:

Por la baja porosidad del suelo y los relatos de una verdadera cascada que venía desde el cerro con las lluvias fuertes decidimos hacer un sistema de drenajes de tubos perforados a lo largo de los tres bancales con un colector central que daba a un pozo que excavamos y llenamos de piedras en la parte más baja.

Protección de los durmientes:

Muchos de los durientes presentaban distintos grados de pudrición por lo que usaos plástico negro grueso para separar la tierra de la madera y alargarles la vida útil (estimada entre 5 y 8 años). Los plásticos conducen el agua directo hacia el drenaje.

Sustratos:

Una vez roturada la tierra se incorporó una mezcla calculada de guano de pavo compostado, turba, fibra de coco y tierra de hoja no terminada que se encontraba en el lugar. Para terminar la descomposición de la tierra de hoja le agregamos in situ un poco de salitre en forma directa, regamos bien y tapamos por una semana.

Riego:

Instalamos un sistema de riego por goteo con plansa y cintas. Pusimos un controlador a pilas en una llave de jardín cercana y le programamos un riego muy suave todos los días.

Cierre perimetral:

Contábamos con unas varas de arrayán las cuales unimos y entrelazamos en forma rústica para mantener los dos Gran Daneses de la familia fuera de la huerta.

Plantación:

Dado que nos encontrábamos plantando a principios de invierno, nos limitamos a cultivos que pudiesen resistir heladas e incluso nieve que cae cada invierno en el lugar: Repollos, lechugas, berros, espinacas, acelgas y rúcula. También hicimos un semillero de zanahorias protegido con una lámina de plástico transparente. Finalmente colocamos semillas de rabanitos entre las plantas para aprovechar cada espacio con algo de rápido crecimiento.

Protección:

Para las heladas y nevazones pusimos una malla antiheladas que se puede dejar en forma continua ya que respira y deja pasar el agua.

Evolución:

Al mes y medio aproximadamente ya vimos un buen crecimiento de las plantas y aprovechamos de darle un mayor impulso con una aplicación de tricodermas y bacilos mediante riego. A los 3 meses ya se estaba cosechando en forma casi diaria productos de excelente sabor y buen tamaño. No había una emergencia relevante de malezas y las pocas que aparecían eran muy fáciles de controlar. Salvo algunos ataques de lo que parecen ser tijeretas no hubo plagas de importancia.

Expectativas a futuro:

Esperamos que la huerta mejore en su estructura de suelo en forma progresiva por la mezcla de sustratos utilizada. No creemos que haya una pérdida relevante de nutrientes por lixiviación dada la incorporación de sustratos por capas. Al irse equilibrando el medio ambiente de la huerta y el entorno, no esperamos grandes ataques de plagas en el futuro.

Evaluación:

Creemos que esta huerta es un gran éxito ya que las difíciles condiciones del invierno y del lugar no impidieron una excelente cosecha. Además, los clientes están muy orgullosos de su huerta y es una parada obligatoria del tour a su nueva casa.