La tierra es el punto de partida

La experiencia acumulada de miles de años de agricultura siempre conoció la importancia de la salud de la tierra como la base para el cultivo de vegetales de calidad. Este concepto ha tenido un sutil pero nefasto ajuste en los últimos 100 años donde en vez de nutrir la tierra y dejar que esta nutriera nuestras plantas los agricultores modernos han centrado sus esfuerzos en nutrir las plantas directamente. Una visión simplista que recién en los últimos años ha probado ser no sólo errada sino peligrosa para el futuro del planeta. Las plantas necesitas mucho más que NPK, agua y luz para ser sanas y nutritivas. Si sólo le damos eso las plantas serán débiles y estarán más expuestas a enfermedades y plagas, se requerirán químicos para salvar una cosecha lo que bajará aún más su calidad nutritiva. Campos que han sido trabajados con esta visión moderna van perdiendo su potencial ya que se destruye muy rápidamente  la capa de humus que contiene insectos, hongos y bacterias vivos que hacen un trabajo irreemplazable. Lo que queda es solo la materia orgánica que ya estaba en la tierra (producto de cientos de años de procesos naturales)  que se va consumiendo y deslavando rápidamente.

La buena noticia es que pareceos estar en un punto de  inflexión que se puede ver en las revistas especializadas donde cada vez más productos “vivos” se publicitan y se recomiendan. Tricodermas, bacilos, probióticos y muchos otros ejecutan procesos milagrosos que ocurrían hace millones de años en forma natural.

Más que seguir cada una de estas modas específicas yo prefiero una visión más amplia: La tierra es un ecosistema complejo y cuando se logra restablecer el equilibrio tenemos las mejores posibilidades de producir vegetales sanos y altamente nutritivos. ¿Cómo? muy simple; No agregar nada que no sea natural a la tierra. Sólo guano, compost, minerales y de ser conveniente algunas bacterias, hongos y/o insectos.