Germinación de las semillas

No importa si hacemos almácigos para luego plantar en la huerta o si plantamos directamente al suelo de esta, la calidad de la germinación de lo sembrado tiene una relación directa con la alegría producida. Además una mala germinación nos hará perder tiempo (a veces mucho y precioso) que nos puede atrasar la cosecha y por ende próximas siembras en esa misma tierra. Maximizar una germinación rápida nos puede hacer sacar incluso una cosecha adicional al año. Siempre mantengo lechuga en todos los estados de desarrollo en mi huerta o invernadero para no dejar de cosechar ricas lechugas.

El invernadero me ha permitido germinar de todo lo que necesito todo
el año y aunque se lee por ahí que hay semillas que sólo se plantan in situ, puedo tener zanahorias, cebollas e incluso papas listas para plantarse si quisiera. Si no se tiene invernadero no es problema, se puede solucionar con una ventana con buen sol, un plástico sobre la tierra, un germinador comprado o uno casero.

El invernadero o estos sustitutos lo que hacen para la semilla es manejar la temperatura, especialmente la mínima que es la que puede frenar o incluso aniquilar la germinación. Las semillas difieren bastante en la temperatura mínima para germinar y recomiendo investigar los casos que no se conocen. Cuando se siembra in situ (en el lugar definitivo) en la época correcta del año la germinación puede ser total también ya que el rango de temperaturas es el correcto.

 

Otro factor clave para la germinación es la humedad.

Me imagino la semilla como un envase de gelatina en polvo. Se tiene que hidratar bien y con la temperatura antes vista debe luego cuajar. Las semillas difieren bastante en la hidratación ya que hay algunas que lo hacen muy rápido (en general las más chicas) y otras que se toman su tiempo. Para los porotos, habas y arvejas por ejemplo yo las remojo en una taza (1/3 de semilla y 2/3 de agua). Cuando han chupado toda o gran parte del agua las considero hidratadas y las planto en tierra bien regada.

La mayoría de las semillas se hidratan en el sustrato mismo. Para eso se introducen en el sustrato bien húmedo (tierra o mezcla para almácigos) y se cubren donde rápidamente sacian su sed de semillas latentes y empiezan a despertar.

El tercer factor para la germinación es la luz o más bien la ausencia de ella. Las semillas necesitan sentirse enterradas para si hay suficiente humedad y la temperatura correcta empezar su carrera hacia arriba.

El grosor de la capa de sustrato que cubre la semilla va en relación a su capacidad de traspasarla y llegar a la luz antes que se agoten sus recursos. En general la semilla más chica requiere menos sustrato para cubrirla. En algunos sobres de semilla aconsejan el grosor de la cobertura pero yo le pongo entre 3 y 10 veces el diámetro de la semilla. Más para las más chicas y menos para las más grandes. 1 cm para la lechuga, 2 cm para el repollo y 5cm para el poroto. En todo caso, la calidad de la tierra dictará el margen de error en el grosor de la capa de cobertura. Con turba + perlita la tierra es suave y liviana y la semilla puede atravesar más con los mismos recursos. Una tierra arcillosa y pesada puede ahogar semillas con facilidad o incluso secar semillas por su agrietamiento. Una buena tierra para cubrir las semillas es una rentable inversión. Si se puede colocar la misma mezcla con el mismo grosor debajo de la semilla mucho mejor.

Si controlamos humedad, temperatura y cubierta deberíamos tener germinación, y con un poco de cuidado una muy buena y rápida.